Cuando el piso de madera de la nueva oficina de la calle Av. de mayo resuena, es que hay movimiento. Y el movimiento es vida. Y vida, para esta cooperativa es aprender, construir, motorizar, enseñar, descubrir. Lo colaborativo no es un enunciado, ni una palabra bonita. Es una proyección cotidiana, es una forma de hacer las cosas.
El miércoles 15 de noviembre nos visitó el 1er año del Colegio La Salle. En el marco de la materia Cooperativismo y Redes aprendieron en la teoría cómo se organiza una empresa cooperativa, como se gestiona el trabajo, como se toman las decisiones, etc. Pero siempre la teoría se tiene que validar en la práctica, y es ahí donde deciden visitarnos, para ver de qué se trata esto de ser una empresa cooperativa.
Con la limonada en la mesa, las galletitas, y dispuestos en una ronda, nos presentamos y charlamos brevemente de quiénes somos y qué hacemos. Hablamos de esta combinación entre Software Libre y cooperativismo, de las tecnologías, de nuestros proyectos. Y pasamos a la actividad, para que suceda esto del intercambio, hay que hacer.
Se dividieron en tres grupos y en papeles autoadhesivos de diferentes colores fueron poniendo conceptos que relacionan con nuestra tarea, en base a lo charlado y retomando lo visto en las clases en el colegio. En dibujos o en palabras, fueron escribiendo grupal e individualmente esos conceptos. Cuando cada grupo terminó de armar sus reflexiones en colores fuimos armando en conjunto una red en donde vinculamos las palabras de cada grupo. La idea era poder relacionar los conceptos y evidenciar, por medio de la construcción de una red distribuida, como trabajamos. La primer palabra fue computadora, a partir de ahí, perdiendo la timidez, fueron tejiendo redes entre las palabras. Palabras y frases como celular, acceso libre, compu interactiva, democracia, compu divertida, preocupación por los demás, opinión, potencialidad, reunión, cooperativa, trabajo en equipo, etc, fueron apareciendo en la red y construyendo, en definitiva, un reflejo de lo que somos y lo que queremos ser. Las definiciones creativas y ocurrentes, conceptos llenos de contenido, de ideología, armaron una síntesis de nuestras prácticas. Y ellos, en esa actividad, sistematizaron sus saberes y construyeron nuevos.
Cuando terminamos la actividad, recorrimos la oficina. Probaron el funcionamiento de un hardware sobre el que están programando los socios de camba, otro equipo de desarrollo les contó sobre un aplicación en la que están trabajando, preguntaron, indagaron, se rieron, aprendieron.
Llegando al final y ante la pregunta de cómo la pasaron y qué pasó con las expectativas que tenían, dijeron que pensaban que trabajábamos en boxes, que éramos viejos y que usábamos ropa formal. Les dijimos el por qué no de todo eso, fundamentalmente lo de los boxes. Si estuviéramos separados, ¿cómo podríamos aprender de los compañeros? No podríamos mirarnos a los ojos, sería difícil compartir el mate.
Cuando se fueron, estábamos cansados, pero felices. Felices de colaborar con un espacio educativo, de que irrumpa en la oficina un grupo de jóvenes con preguntas, dudas y certezas. Que estas experiencias e intercambios nos transformen, que se pueda hablar sobre lo que hacemos. Que se desestabilice por unas horas la tarea cotidiana, que resuenen los pisos de la oficina de Av. de Mayo.